Qué cómodos estamos en nuestra burbuja a veces. Con la gente que conocemos, haciendo las tareas que dominamos, y rodeados de un entorno tan familiar para nosotros como la palma de nuestra mano. Es tal el confort en nuestra burbuja que cuando pensamos en salir de ella para conocer a alguien nuevo, para realizar actividades novedosas, o simplemente por conocer otros lugares, nos entra miedo.
Y es que el ser humano es conservador por naturaleza. Al fin y al cabo, esos miedos a lo desconocido fueron los que en su día evitaron que nos comieran los dinosaurios. Esos miedos posibilitaron la supervivencia de la raza humana. Pero, ¿qué hubiera pasado si aquel hombre primitivo al que se le ocurrió la posibilidad de frotar dos maderas hubiera tenido miedo a lo desconocido? Ya no pasaban tanto frío con las pieles de los animales.
¿Y qué si de frotar esos palos se producía un efecto que luego llamaríamos “fuego”? ¿Y si ese “fuego” era peligroso?
Ya más recientemente, Albert Einstein dijo que si seguimos haciendo las cosas de la misma forma como las hemos hecho hasta ahora, obtendremos los mismos resultados. Por tanto, si decidimos quedarnos en nuestra burbuja, cómodamente, nuestra vida seguirá siendo la misma que lo que ha sido hasta hoy.
El vencer los miedos de probar cosas nuevas genera nuevos resultados, nuevas sensaciones y experiencias. Unas veces triunfaremos, y otras aprenderemos de los fracasos. Pero, ¿qué es lo peor que puede pasar si probamos? Why not?
En ocasiones queremos cambiar un resultado, una relación con alguien de nuestro entorno, o cualquier otro aspecto de nuestra vida. Pero queremos cambiarlo sin cambiar. Pretendemos modificar un resultado actuando de la misma forma. ¿Por qué no ser creativos? ¿Por qué no pensar que hay otras alternativas, otros caminos para alcanzar nuestras metas? Ello además fomentará la creatividad y la innovación en nuestra manera de hacer las cosas. Nos planteará nuevas posibilidades.
Vemos un ejemplo:
Una persona A quiere mejorar su relación con un compañero de trabajo B, con el que en ocasiones discuten por temas laborales. La persona A piensa que B es muy cerrado, que no escucha y que no razona, por los desencuentros y discusiones que han mantenido hasta el momento. Y se plantea un objetivo: realmente quiere que dicha relación mejore. Pero lo intenta hacer como ha estado actuando hasta ahora: saca temas laborales con él e intenta razonar, a su manera. Puede que alguien hasta le sugiera a A: ¿y por qué no hablar directamente con B del problema? Y A piensa que no es una buena idea: que no le va a escuchar, ya que no se puede hablar con él. ¿Y no será miedo lo que tiene A a afrontar el problema? ¿A abrirse de cara a B? ¿A compartir su zona más personal al hablar de sentimientos con B?
¿Qué sería lo peor que podría pasar si lo intenta? ¿Y lo mejor? Si A no prueba nada diferente, sigue actuando dentro de su zona cómoda, dentro de su círculo de influencia, con la comodidad que ello significa, pero con el efecto negativo en los resultados (comparado con los objetivos que se ha planteado) que ello produce. Si la relación con B fuera perfecta, si A no deseara cambiar nada en absoluto con respecto a la misma, entonces quizás sí que la mejor opción fuera seguir actuando de la misma manera. Entonces sí que el miedo sería útil. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?
Por todo ello os invitamos a probar, a ser creativos y vencer los miedos que nos surgen al empezar a recorrer nuevos caminos, ya que para llegar de un punto (nuestro presente, la situación actual) a otro (nuestro objetivo), el camino no es uno solo, sino que hay múltiples alternativas: unos caminos serán más cortos que otros; unos darán más rodeos; otros tendrán más obstáculos de los que también aprenderemos. Pero la clave es intentarlo, probar, salir de la comodidad de nuestra zona cómoda. WHY NOT?
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