viernes, octubre 28, 2011

REPIÉNSATE, CREATE DE NUEVO COMO LA GRAN MADRE O EL GRAN PADRE QUE ERES



Los adultos nos aferramos en mantener un sistema heredado de creencias acerca de la maternidad y la paternidad que nos abocan al enfado y la infelicidad de todos los miembros de la familia.
Pero es desde adentro de nosotr@s mism@s, desde la mirada que tenemos ante nuestros hijos y nosotros mismos, que algo no funciona.
Son esos pensamientos que todo lo juzgan y que pretenden cambiar lo que es, que nos abocan al disgusto permanente.
No son los niños quienes “te hacen enfadar”. Son tus pensamientos quienes te atrapan en el estrés, la ira…
Y así, a menudo nos rodeamos de culpa por lo vivido con nuestros hijos.
Y nos pensamos a nosotr@s mism@s como malos padres o malas madres.
Pocas veces nos amamos y comprendemos tal como somos y aceptamos sin resistencias lo que pasó o pasa.
¿No crees que ya es hora de repensarte y crearte a ti mism@ como un gran padre o una gran madre?
Tú decides.
Lo que se manifiesta fuera de ti, es un reflejo de tu interior. Repensándote estarás creándote de nuevo.
Para descubrirte con amor como el gran padre o la gran madre que eres, tan solo deja pasar (sin aferrarte) cada pensamiento de juicio hacia ti o tus hijos:
No cambies a tus hijos, repiénsatelos
Si quieres ser feliz en tu relación con ellos, empieza por deshacerte de ese montón de ideas acerca de cómo tienen que ser o cómo tienen que comportarse tus hijos.
Son tus juicios los que te impiden apreciar lo maravillosos y perfectos que son tal y como son.
No gastes más energía tratando de modelarlos o cambiarlos. Dedícala a respetarles y amarles. Valórales por lo que son ahora, aquí, no por lo que serán o harán luego o mañana.
Si sigues poniendo tanta atención en lo que te disgusta de ti o de tus hijos y lo rodeas de esos juicios, solamente conseguirás agrandar, extender por más tiempo, vuestra infelicidad.
Solo siendo capaz de pararte los pies y cuestionarte un montón de ideas limitantes que te amargan la existencia, podrás respirar en paz y sobretodo permitir que tus hijos y la familia entera respiren en paz.
Todos los niños del mundo necesitan lo mismo: AMOR, Respeto profundo por lo que fueron, son y serán.
Pero lo mismo necesitas tú.
Y no del exterior, sino desde dentro de ti mism@.
No cambies nada en ti como padre o madre, más que tu modo de mirarte
Deja de hacerte daño con ese diálogo doloroso que mantienes contigo mismo en tu interior.
Si revisamos nuestro discurso interno, observamos que tenemos un montón de pensamientos que nos traen mal humor, estrés, culpa…
Esos pensamientos no son “la verdad”
Las cosas no son así, pero como las vemos y juzgamos así… Así las vivimos y así son para nosotros.
Si yo me paso el día juzgando a mis hijos, a mi pareja y a mi misma… Me estoy comunicando muy poco amorosamente. Hacia dentro y hacia fuera.
Es muy importante comunicarnos amorosamente con nosotros mismos. Ser nuestros mejores aliados.
Ámate en las distancias cortas, eso es un gran ejemplo para tus hijos.
Empieza por poner atención en lo que te gusta de ti y de ellos. Suelta todo pensamiento crítico. El paso siguiente es amar completamente eso que ahora te parecen defectos o errores.
Recuerda, es tu mirada la que te impide abrazar la totalidad de lo que eres o son.
No hay nada que cambiar en ti, en tus hijos, en el mundo (más que tus pensamientos en contra de lo que simplemente eres, son).
Sin pretender cambiarlo todo, todo el tiempo… ¡Cuánta energía sobrante para disfrutar de la vida y de tus hijos!

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